En Borges y la traducción, Sergio Waisman examina el papel de la traducción en la obra del más célebre escritor argentino y también hace el camino opuesto al estudiar la importancia del mismo para la teoría de la traducción. Waisman, que es profesor de literatura latinoamericana en la George Washington University, empieza recordando que Borges fue toda su vida un traductor activo y que en sus textos “traducir y escribir se vuelven prácticas casi inseparables de la creación, de indagación hermenéutica y de reflexión estética y ética”. Waisman es traductor de autores latinoamericanos como Ricardo Piglia e Nataniel Aguirre, y su trabajo de traducción de Nombre falso y La ciudad ausente, de Piglia, ha sido lo punto de partida de las reflexiones de la presente obra.
En el primer capítulo, “Argentina y la traducción: líneas de un contexto cultural”, se discute el entorno en lo cuál Borges desarrolla sus teorías acerca de la traducción. Entre otras cosas, examina la naturaleza políglota de la literatura argentina en las décadas de 1920 e 1930, época en que Borges empieza a producir sus teorías acerca de la traducción. Waisman subraya que ese es un tiempo en lo cual la literatura argentina combina tendencias internacionales (de cuño cosmopolita) y locales (de vertiente criolla). “Desde el comienzo, pues, la traducción se vincula con la independencia cultural y la fundación de una literatura nacional; por consiguiente, con temas de identidad y representación”, concluye (p.23). Para Waisman, el papel de la traducción varía de una cultura a otra, así que la traducción, como cualquier otro modo de escritura, no es lo mismo en los márgenes que en el centro. Por eso, propone un examen de la literatura argentina por la lente de la teoría de la traducción para comprender qué significa traducir para un escritor argentino.
En el segundo capítulo, “La traducción según Borges: el desarrollo de una teoría”, el autor parte de la premisa de que aún “no se ha estudiado suficientemente la importancia que la traducción tuvo para Borges en sus implicaciones críticas y teóricas más amplias”. Para Waisman, en parte, eso es consecuencia de lo difícil que resulta interpretar y analizar las ideas de Borges y a la vez incorporarlas a la teoría. Pues Borges desplaza el acento de la tradicional búsqueda de la fidelidad en traducción y sugiere que no hay textos definitivos. De este modo, “lanza un reto irreverente al sugerir una teoría de la traducción mala, una estética del robo y la infidelidad”, dice Waisman (p.48). Al analizar el carácter de las evaluaciones que Borges hace de las traducciones de Las 1001 noches, el autor concluye que, para Borges, la deformación es inevitable y no siempre es mala.
En “La escritura como traducción” Waisman profundiza la idea de que escribir y traducir son actos sinónimos de creación. Además, con Borges, las teorías acerca de la traducción adentran al mundo de la ficción. Waisman estudia el proceso creativo de "Historia universal de la infamia", relato en lo cuál Borges se complace de practicar una "mala traducción", y analiza otros textos hasta llegar a "Pierre Menard, autor del Quijote", "el texto más importante de Borges sobre el tópico traducción", según Waisman.
“La estética de la irreverencia: mal traducir desde las márgenes” trata de cómo las teorías de Borges aumentaron el poder de la traducción periférica para crear textos nuevos. En el capítulo cinco, “Borges lee a Joyce: un encuentro en los límites de la traducción”, Waisman hace el rescate del diálogo que Borges mantuvo con la obra de Joyce en reseñas, traducciones y artículos de 1925 hasta 1982. Analiza en detalles cómo Borges pone en práctica sus teorías en la traducción de una página del Ulises que hizo para la revista Proa en 1925 y además de eso, rastrea otros puntos de encuentro entre los dos escritores.
En suma, Borges y la traducción es un libro que trae interesantes aportes para quienes se interesan por traducción en general, por la obra de Borges o por ambos temas. Y, principalmente, investiga y aclara la astuta manera como Borges ha utilizado la traducción para reposicionarse frente a las tradiciones centrales en cuanto escritor de las orillas.
Waisman, Sergio. Borges y la traducción. La irreverencia de la periferia. Traducción de Marcelo Cohen. Buenos Aires: Adriana Hidalgo, 2005, 318 pp.